miércoles, 16 de mayo de 2012

Historia de amor en tiempos de crisis periodística

Se esfuerza en pensar que ella no lo hace inconscientemente. Quiere pensar que todo está premeditado, que es especial para ella, que forma parte de un plan muy bien montado. Demonios, ¡pues claro que sí! Por otro lado, sabe que es simplemente su trabajo, ella solo reparte periódicos gratuitos en la esquina de siempre. Cuando la veía era, para él y con diferencia, el mejor momento del día. Perezoso, ojos aún entreabiertos y con la desazón del despertar se dispone a coger el autobús. Aunque no sin antes realizar el ritual de cada mañana.

Nada más girar una calle ahí estaba ella. Es justo en ese instante cuando ella le mira fijamente y sin dejar nunca de sonreír. La mira. La mira mucho y fijamente. Le tiemblan las piernas. Coge su periódico y toma el bus que le lleva a la rutina.

¡Se ha enamorado de una sonrisa! Pero, ¿cómo es posible? Él, que ha estado con decenas de mujeres por las cuales no había sentido más que cariño, no se imaginaba una mañana sin verla.

Más de una vez probó a decirle un escueto “Hola, ¿qué tal?" Pero no puede, se queda paralizado. Los días pasaban rápidos como un fin de semana para un estudiante de la ESO. Por las noches pensaba en cómo sería estar con ella. Pero, ¿qué pasaría si llega a conocerla y descubre que no es más que otra mujer más? No, no, no. Eso no puede pasar. ¿Qué hacer entonces? 

Así pasaron semanas y meses y ninguno de los dos hizo nada. Mejor dejarlo todo así que luego vienen los chascos. La bolsa se desplomaba, Grecia era rescatada, el mundo se iba a la mierda y allí seguía ella. En su esquina.



Pequeño relato ficticio. Cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia. O no.

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