Concierto: The
Black Keys
Día: 5 – 12 –
2012
Lugar: Mitsubishi Electric Halle
Público: Casi lleno
El
coito interruptus de Dan y Patrick
Pasan
algunos minutos de las doce del mediodía. En Düsseldorf, una de las ciudades
más rica de Westfalia (sí, donde se firmó la Paz de la Guerra de los Treinta
años), ergo de Alemania, hace frío. Mucho. Y claro, el que el Rhin la cruce no
ayuda nada. Con la humedad los 0 grados calan los huesos. La explanada del Mitsubishi
Electric Halle estaría desierta de no ser por dos chicas ataviadas con merchandising
de la banda de Akron que, a falta de casi ocho horas para que empiece el
concierto, ya están haciendo cola.
Cualquiera podría pensar que se ha confundido de
lugar, que esta noche no toca ninguna banda de rock sino un grupo de
adolescentes rompecorazones. Sí, de los
que enamoraran a niñas con acné. Hete aquí la primera gran prueba del cambio
(no solo musical) de los chicos de Ohio. “Brothers”, fue un gran disco pero
rompía por completo con lo escuchado de ellos. Para empezar ya no eran Dan
Auerbach y Patrick Carney. Ahora incorporaban a nuevos miembros (bajo y
teclista). Dijeron adiós a su amado
garaje. Dieron la bienvenida a los sonidos más pop. El resultado: éxito masivo
y una pila de discos vendidos. “El Camino” fue esperadísimo. No defraudó pese a
ser más de lo mismo, incluso algo más relajado y facilón. “Gold on the ceiling”
y la todopoderosa “Lonely boy” eran su carta de presentación de este nuevo
disco. Buenas canciones que poco tenían que ver con “melocotanazos” de la talla
de “Thickfreakness”, “Psychotic girl”
o “Your touch”, por citar algunos temas de su etapa primitiva. Además, para
colmo, Auerbach se había afeitado sus barbas de mendigo. Más claro el agua. Si
tenemos todo esto en cuenta no resultará tan raro el hecho de que ahora tengan
“fans” que acampan delante de la sala horas antes de que actúen.
Black Keys comenzaron
apostando por dos de sus hits de su penúltimo álbum, “Howlin’ for you” y “Next girl”. Salta un
pequeño resorte dentro de cada espectador. ¿Por qué suenan tan plano? ¿Están
intentando reproducir sus canciones como si de un CD se tratase? De todos modos al público le pasa algo. No se
mueven. Están petrificados. ¿Dan los hipnotiza? Solo se limitan a aplaudir al
final de cada canción. Suena “Run right back”. Ahora sí, Patrick Carney y Dan Auberbach, uno con la batería y el otro
con la guitarra, en ocasiones, sucia, hacen las veces de Prometeo y Zeus; de
titanes. Mientras el primero, a golpe de baquetas, modela al público germano
cual estatuillas de barro, el segundo, con sus punteos, influye vida a cada uno
de los asistentes. El Mitsubishi Electric Halle empieza a
moverse, a bailar o hacer como que baila. “Dead and Gone” trae consigo los primeros
“oooh-oooh-na-na-nas” casi generalizados en el local germano (por cierto, con
muy buena acústica).
Tras un descafeinado “Gold
on the ceiling”, bajista y teclista abandonan el escenario y los dos de Ohio se
quedan solos. Es hora de sacar la artillería pesada. Vuelven a ser dos. Como
siempre. Se empieza a diseccionar aquí
los discos previos antes de que coquetearan con el mainstream. “Thickfreakness “,
“Girl Is on My Mind” y “Your Touch” son llevadas a la práctica con perfección.
Con un Dan gustándose y haciendo gustar a los demás. Sin duda, un virtuoso de
la Fender Telecaster.
Pero no nos engañemos,
esta banda ha venido aquí a tocar en su gran medida canciones de sus dos últimos
discos. Se viene “Little Black Submarines”. Buena canción con muchas
reminiscencias de esa etapa que, parece, quieren cerrar. Tímidos coros por
parte de la gente que en algunos momentos actúa como si estuviesen allí por
obligación.
Poco a poco se va
despiezando “El Camino”: “Money Maker”, “Sister”, “Nova Baby”. Todas
ellas poco perfiladas. Apenas tocadas con esmero. Como si fuese un trámite
hasta llegar al momento en el que tocar las canciones con las que realmente
muestran lo que son/eran: una banda de blues-rock. Pasa con “Ten cent pistols”
lo contrario. Usan aquí un órgano que da sentido a las nuevas incorporaciones
de la banda, pero ya es tarde. El Mitsubishi Electric Halle está lleno de “Kimis
Raikonen”. Poco o nada pueden hacer los Black Keys para descongelar a tan
grandes carámbanos de hielo.
Antes de que hiciesen el
bis, Tighten up y Lonely Boy. A algunos descerebrados les da por saltar (!!!!!).
Estas dos canciones arrollan. En directo menos. Puede que en un local más
pequeño todo fuese distinto. O lo mismo son ellos. El caso es que en la segunda
canción parecían que se iban a parar ya irse del escenario en cualquier
momento. Velocidad mínima. Poca rabia. Por no decir poca garra, inexistente en
el concierto. Todo lo contrario al garaje. Se confirma la metamorfosis de este
grupo. El mismo que no hace mucho versionase a The Sonics.
Se despiden con el
excelente falsete en “Everlasting Light” y “I got mine”. Esta última, de su
disco “Attack and Release”, resultó ser la mejor canción llevada a cabo en todo
el concierto. “I was a movin' man in my younger days but I
gone out of my ramblin' ways I left that road so far behind”. Pues sí, eso ha sido.
Dejaron la carretera muy atrás. Ahí está el problema.
Fotos: "WA.de" y "General Alzeiger"