martes, 12 de marzo de 2013

Fantasmas


And now the say we'll never forget what he learned
As we were mean to him but he never burned
Just singing, "Love lives forever!"
Thank you, Casper the Friendly Ghost
Thank you, Casper the Friendly Ghost
Casper the Friendly Ghost - Daniel Johnston


Siempre que viajo por Europa en tren, coche o autobús no dejo de fijarme en las grandes planicies que descubro tras los cristales. Suelo pensar que en muchos de los campos que observo se han librado salvajes combates y guerras, acontecimientos con carácter de piedra Rossetta base para entender el sino de este continente. 

Ambrosio Espínola y su Tercio arrasando Flandes, Napoleón derrotado en Waterloo, el general George Patton salvando el pellejo al ejército estadounidense en la batalla de las Ardenas o un joven teniente llamado Charles de Gaulle de tan solo 24 años herido en su bautismo de sangre. Esto y muchos más se me antoja cada vez que miro más allá del margen de las carreteras (o raíles) de los Paises Bajos, Francia, Bélgica, Alemania o Polonia por las que he pasado. Me figuro que aún hay fantasmas con demacrado uniforme militar vagando, condenados a permanecer allí donde se dejaron la vida, esperando saldar su cuenta pendiente con "El Kaiser", "Hitler" o vaya usted a saber. Cómo si viviesen en una realidad paralela transparente aunque a ratos opaca.

En cierto sentido, algo parecido nos pasa a los "vivos". 
Puede que en la habitación número 19 de la residencia universitaria donde pasé un año todavía quede algo de mi. Allí aún sigo teniendo los primeros encuentros con el género femenino
Puede que en mi piso de estudiante mi fantasma y los de mis dos compañeros aún estén bebiendo cerveza hasta las 5 de la mañana mientras solucionan el mundo e intentan (sin mucho éxito) descifrar el código secreto para llegar a comprender a las mujeres.
Puede que en otra realidad yo siga viviendo en aquella pequeña ciudad capital de la provincia de Limburg.

Es como una puta división del alma. Pequeños trozos. Pequeños trozos muertos. ¡Qué digo! Diminutos fragmentos no-muertos (construidos con el mismo material que los zombies de la peli de George Romero). Fantamas, al fin y al cabo, que se quedan de por vida atrapados en lugares (o lo que es peor: en personas(!)) donde fuiste feliz, las pasaste canutas o simplemente malgastaste tu tiempo. Mientras tanto esa puta, a la que llaman vida, continúa con su trabajo, cobrando por cada servicio en cada esquina, en cada polígono.


Bien, no sé donde iré ahora / y realmente no me importa quien me siga / pero quemaré cada puente que cruce / y encontraré un buen lugar para perderme.