Antes de ir a un festival de música tan multitudinario como el FIB tienes que tener dos cosas claras: 1.- Por mucho que te empeñes no vas a dormir nada en la zona del camping y 2.- Es imposible poder ver a todos los grupos. Con estas premisas asumidas de antemano toca disfrutar de los conciertos. Sobre el cartel que presentaba este año el Festival Internacional de Benicassim se ha dicho de todo. Opiniones a parte, nadie puede discutir el mérito de la organización de haber logrado juntar en un mismo cartel a gente como Bob Dylan, a los recién reunidos Stone Roses o a Noel Gallagher’s High Flying Birds (ex Oasis, ahora en solitario con su nueva banda).
Si esta cita con la música, que cumple la mayoría de
edad, se ha caracterizado en los últimos años por lo ecléctico de sus artistas
invitados, la edición 2012 se lleva la palma. Y es que bandas tan dispares
entre ellas como At the Drive In, De la Soul, The Horrors, Bob Dylan, The
Maccabees, Noel Gallagher, Stone Roses, New Order, David Guetta fueron los
cabeza de cartel en sus respectivos días. Esta crónica se centrará en los días
viernes y sábado.
Es normal que ante la espera de que aparezca tu grupo
favorito en el escenario puedas estar nervioso o ansioso. Pero nada que ver
cuando sabes que en unos momentos una leyenda viva como Bob Dylan va a aparecer
ante ti y otras 40.000 personas más. Ataviado con atuendo de vaquero elegante,
a eso de las diez menos cuarto salía Robert Allen Zimmerman para colocarse
directamente en el teclado, su lugar durante gran parte del concierto. Cómo
viene haciendo desde hace un tiempo arrancó con “Leopard Skin Pill Box hat” de las
pocas canciones de su Blonde on Blonde que pudo escuchar el público. Si habías
buceado en Internet podías haberte dado cuenta de que en casi todos sus conciertos
anteriores el maestro toca más o menos las mismas canciones con algunas
variantes. Esto no sucedió el pasado viernes en Benicassim.
Existen ciertas personas en el mundo que nada más nacer
se les otorga el don de la chulería, que vienen con unas Rayban Wayfarer debajo
del brazo en lugar de un pan. El de Minnesotta es una de esos que no pueden
seguir las normas. Y no por pura pose sino por naturaleza, lo lleva implícito
en su persona. Por ley puede hacer lo que quiera. Se le está permitido. No toca
una canción del mismo modo desde hace bastantes años. Y es que Dylan no canta,
narra las canciones. Por tanto, quien esperaba escuchar clásicos como
Hurricane, Blowin’ in the wind o All along the watchtower tuvieron que
conformarse solo con Like a rolling stone, el único “himno” que tocó. Más de hora y media de concierto donde hizo bailar a
ritmo de blues a toda la gente que se congregó en la explanada del Escenario
Maravillas.
Qué faena la de los jóvenes Django Django el coincidir el
inicio de su concierto con el final del espectáculo de Bob Dylan. Por eso al
principio en el escenario FibClub no había mucha gente. Poco a poco se fue
animando la cosa. Su soltura en la puesta en escena asombra. Parece que lleven
una vida tocando. ¡Qué descaro! Su primer y único disco suena aún más hipnótico
en directo. El coro de voces de los escoceses, el bajo y los ritmos de la
batería hechizan y hacen que no pares de moverte.
La mayoría de personas que deciden ir a un festival lo
hacen para ver a los grupos que previamente conocen. Pero antes esto no era así.
Cuando alguien iba a un concierto no siempre había escuchado al grupo pues no
existía esa herramienta llamada internet. Simplemente veía el espectáculo y si
le gustaba compraría el disco. Descubrir nuevas bandas es una de las mejores
funciones de un festival. La gente que no conociese a The Maccabees quedaría
gratamente sorprendida. Su último disco Given to the wild tiene ese tipo de
canción que tocada en directo suena aún más épico que si lo escuchas en tu mp3.
Muchas guitarras tocadas de un modo impecable que no defraudaron a un público
extranjero en su mayoría (la tónica del FIB, pues en torno al 75% de los
asistentes provenía del Reino Unido o Irlanda).
La nota electrónica de la jornada del viernes la pusieron
por un lado Chase & Status en el Escenario Maravillas y por otro Katy B. Guapa y con estilo. La británica mezcla a la perfección
dance, dubstep y drum and bass. El final de su show fue de lo mejor del día con
una versión de “Sweet Dreams” y las geniales “Katy
On A Mission” y “Lights On”, que dejaron a la audiencia contenta como colofón
final. Pero para dubstep y drum and bass el que propusieron sus compatriotas
Chase & Status pese a que en algunos momentos parecían que simplemente se
limitaban a pinchar su disco “No more idols”
La jornada del sábado tenía dos nombres
propios como gran atractivo: Noel Gallagher y su nueva banda y el esperado
regreso de los Stone Roses. Pero antes en el apartado de ¿viejas glorias? que
el festival acostumbra a traer les tocaba el turno a unos Buzzcocks que
demostraron que encima de escenario son más jóvenes que cualquier grupo de
adolescentes recien salidos del “high school”. Su “Ever fallen in love (with
someone you shouldn’t’ve) fue coreado tanto por padres como por hijos
demostrando una vez más que la música traspasa generaciones.
En el concierto de Noel Gallagher’s High
Flying Birds no cabía un alfiler. El público, muchos de ellos ataviados con la
elástica del Manchester City (club al que ex Oasis profesa amor infinito), no
podía estar más entregado a la causa. Si las canciones de su hermano Liam en su
también nueva banda, Beady Eye, no llegarían a ser ni caras b en un disco de
Oasis, las canciones de Noel podrían ser perfectamente singles de la
desaparecida banda. If a had a band gun, Dream On o The death of you and
me lo avalan. Noel como casi
siempre se mantuvo distante con el público, solo se limitó a decir tres o
cuatro palabras. Pero claro, la locura se apoderó de toda la explanada cuando
sonó “Whatever” y finalmente “Don’t look back in anger” de la banda de los dos
hermanos más odiados/amados del panorama musical.
La última vez que estuvo Ian Brown y los suyos en el Fib fue en el 1996 que compartieron cartel con unos jovencísimos Planetas. Se recuerda que su espectáculo no pudo ser más dantesco, de hecho al poco tiempo se separaron. Por tanto, Stone Rose tenían una cuenta pendiente con Benicassim. Y vaya si la saldaron. Llegaban con la fama de que sonaban mal en directo. Bobabas. Fue majestuoso. Uno de esos conciertos que algún día podrás contar que viste. Y es que si comienzas el espectáculo tocando “I wanna be adored” la cosa no puede ir mal. Los más de diez minutos que duró “Fools gold” fue una bomba que Ian soltó en medio de la abarrotadísima explanada del Escenario Maravills que hizo volar por los aires a más de uno. De todos modos no olvidemos que la banda solo tiene dos discos. Su repertorio se vio afectado en algún momento de la noche. Problema claramente solventado cuando los mancunianos desempolvaron hits como “Love Spreads”, “Made of Stone”, ese himno futbolero para el Manchester United llamado “This is the one” (lo cierto es que el sábado hubo un bonito derby “futbol-musical”), “She bangs the drum” y, finamente en medio de la apoteosis, la mesiánica “I am the resurrection”. Un broche de oro para una banda que ,por el bien de todos, ha resucitado.
Sobre Crystal Castles existen dos bandos: los acérrimos a la banda y los que la detestan. Los detractores afirman que Alice su cantante no tiene la voz suficiente. Por otro lado hay quien dice que su compañero Ethan se encarga de bajarle el volumen para dar más importancia a su punk electrónico. El caso es que nadie puede reprocharle nada a la inquieta Alice. Vive los conciertos como si no fuese ella la que esta cantando. De ahí que se baje todo el rato al foso a ¿cantar? con el público. Algo está asegurado. Si tienes ganas de jaleo y son las tres de la mañana pasate a verlos. No te defraudarán.
Fotos: FIB.